Camino por una playa acompañado de Giulia. Vamos cruzando un cuadrante en dirección de izquierda a derecha. Nuestro trayecto es diagonal. Hay una luminosidad singular que envuelve al entorno. Una claridad cristalina se deja traslucir en la superficie del agua. Es un día soleado, pero no es caluroso. No hay obstáculos alrededor ni tampoco hay más personas. Estamos solos, en tránsito. Vamos caminando con paso continuo sobre un territorio arenoso donde nuestras sombras se proyectan y transforman en una proporción temporal marcada por nuestro desplazamiento. En algún punto, en el centro del cuadro en el que nos encontramos, a un golpe de vista volteo hacia el lado izquierdo donde está el mar, y a lo lejos veo dos ballenas, la madre y su cría saliendo del agua, mostrando su imponente figura en un juego de contacto amoroso, de entrelazamiento fraternal e íntimo. Al ver esto, señalo con el dedo índice de mi mano derecha la escena que se presenta ante mis ojos a modo de expresión y contenido, haciendo partícipe a mi compañera de tal suceso.

** Este sueño lo tuve durante el mes de abril mientras nos encontrábamos confinados en un piso de la ciudad de Barcelona. La imagen de la ballena puede tener muchas connotaciones sin embargo bajo este contexto, la luminosidad y claridad que proyecta el mamífero es proporcional al impacto psicológico que implicó el confinamiento.
En este sentido, la imagen de la ballena viene a mostrar ecuanimidad, tranquilidad y paciencia; a la vez que detona compañía, receptividad y cambio.
Bajo las circunstancias que se viven actualmente, la Ballena representa la perfecta imagen maternal de la cual buscamos seguridad y resguardo.

Obra preliminar: Giulia Paradell & Raúl Dávila. Urbild Editions